Crónica de una larga lucha
Marcha Federal Educativa: la columna de AGD-UBA
Por Santiago Gándara
En la multitudinaria marcha universitaria que se desplegó de Congreso a Plaza de Mayo, la AGD-UBA aportó su columna más grande desde su fundación. A las 15 hs comenzaban a llegar a la cita quienes venían desde Plaza Houssay o habían partido desde las facultades y colegios junto con estudiantes y no docentes. Más de 500 compañeros y compañeras nos concentramos y movilizamos con las banderas y las pecheras del sindicato; esto sin contar a las varias decenas de docentes que venían en larguísimas columnas desde Psicología y Derecho o desde Ciudad Universitaria como Exactas y Fadu, que no pudieron alcanzarnos y permanecieron en distintos puntos con carteles del gremio, lo que arroja más de 700 docentes con AGD.
Batucada, humo violeta (el color que nos identifica), una destacada presencia de jóvenes docentes que agitaban con cantos y bailes en la cabecera mientras hacían flamear una enorme bandera que rezaba: “Defendamos la ciencia y la educación”, con las consignas por la triplicación del presupuesto, el aumento salarial y de becas estudiantiles. Una foto -en realidad, muchísimas- realmente extraordinaria para una marcha que, en todo el país, marcó un hito en la historia de la lucha universitaria y un paso decisivo en la confrontación contra el gobierno reaccionario de Milei.
A principios de año la Agrupación Naranja a nivel nacional y en la UBA, donde dirigimos el sindicato, planteó que se necesitaba poner en pie un movimiento estudiantil, no docente y docente de lucha para derrotar el plan de motosierra y licuación salarial de Milei. Desde entonces, promovimos y concretamos centenares de acciones de frente único con quienes estuvieran dispuestos a dar esta batalla.
Realizamos asambleas generales y por unidad académica, plenarios y reuniones abiertas, a fin de abrir los mayores espacios para el intercambio, el debate y la organización docente. Impulsamos un plan de lucha que incluyó paros (14/3, 4/4, 10 y 11/4), abrazos a las sedes, ruidazos como en Vete y Agro, asambleas de claustro único; clases públicas con cortes de calle como en Filosofía y Letras; luego se sumarían Sociales, Medicina, Derecho, Farmacia, Ingeniería, CBC, Psicología; hubo parazos con altísimo grado de adhesión y aplausazos en el Pelle y el Nacional Buenos Aires. Participamos con todo en el abrazo al edificio Cero+Infinito y con aplausazos masivos en Exactas y en Fadu; se dieron también las clases públicas entre tantísimas acciones que protagonizamos o acompañamos en toda la UBA.
Dicho de otro modo: a la marcha llegamos tras un largo proceso de deliberación y movilización en nuestros lugares de trabajo contra un gobierno que, además de haber reducido nuestro salario a la mitad en cuatro meses, venía descargando una agenda de agravios: la universidad pública como “centro de adoctrinamiento”, “la cuestión del extranjero”, la dirección de mail para animar al estudiantado a la denuncia de sus profesores, etc. Una ofensiva macartista y fascistoide que remite a los años del onganiato, la intervención de Ottalagano o la última dictadura.
En aquellos primeros debates encontrábamos una tesis que se cristalizaba para colocar al estudiantado como ajeno, despolitizado o incluso refractario a cualquier iniciativa de acción. Tal tesis empezó a resquebrajarse con las primeras convocatorias a asambleas estudiantiles, las clases públicas en todas las facultades -como dijimos: hasta en Derecho o Farmacia y Bioquímica y sobre todo con esta masiva movilización en Buenos Aires y en todo el país que tuvo como protagonistas estelares a las y los estudiantes, la mayoría de los cuales tenía su primera experiencia de lucha callejera.
Cuando se conquistan las calles con un nivel tan grande de masividad, se impone la pregunta “¿y ahora qué?”. Aquí tiene un doble valor porque el movimiento estudiantil, docente y no docente que logramos poner en pie va a enfrentar una tendencia a la clausura, al cierre de un proceso, para que rápidamente se normalice el ajuste, las luces bajas en los pasillos, la desvalorización de nuestro salario y las condiciones de enseñanza y estudio en los colegios y las universidades. Ya se vislumbró en varias intervenciones del palco. Desde la Naranja, con las fotos y los ecos de esta impresionante movilización universitaria, vamos a batallar contra esa tendencia para que florezcan todas las enormes posibilidades de este movimiento que -tenemos que insistir- recién comienza. Ganamos las calles otra vez: hay que seguirla.