Alberto Fernández por la “ubificación” del sistema universitario

Alberto Fernández por la “ubificación” del sistema universitario

Marzo 15, 2021 - 15:19

Por Antonio Rosselló y Santiago Gándara

El acto que inaugura los festejos por los 200 años de la UBA no tuvo desperdicio alguno. Pero vamos a concentrarnos en algunos tramos del discurso inaugural del presidente Alberto Fernández.

El mandatario propuso que “llevemos a la UBA más allá de nuestra hermosa ciudad”, a todo el país. Recordó aquel tristemente célebre video institucional del rector Alberto Barbieri que rezaba: “Somos la UBA. Somos el País”, que cosechó el repudio de los universitarios de todo el país por su centralismo recalcitrante, y que nos avergonzó a quienes estudiamos y trabajamos en ella.

Tal vocación unitaria no tiene antecedentes en los años recientes y resulta más bien una provocación a las y los estudiantes, docentes, investigadores y administrativos que se desempeñan en cada una de las 57 universidades nacionales. Más cuando para alcanzar un incremento de los estudiantes, se descentralizaron las universidades “tradicionales” y en particular la UBA.

 

Un encubrimiento de las luchas universitarias nacionales

Pero sobre todo revelaría un desconocimiento olímpico de la historia de las universidades argentinas, cuyas mejores tradiciones se reconocen en la docta Córdoba con la reforma inconclusa del 18. O el protagonismo de las luchas estudiantiles y docentes durante el onganiato, en defensa de las universidades públicas y para terminar con esa dictadura en las gloriosas jornadas del Correntinazo, cuando un 15 de mayo de 1969 caía asesinado el estudiante Juan José Cabral, fecha que hemos transformado en el día de la docencia universitaria. Ni qué decir del Rosariazo, del Tucumunazo y, claro está, una vez más Cordobazo, el 29 de ese mes, que en las calles mostró la unidad obrero-estudiantil.

Más que un desconocimiento olímpico es un encubrimiento consciente, ya que tampoco fueron recordadas las propias movilizaciones de la UBA en 1958, sobre “laica o libre”, que dio comienzo explícito al proceso de privatización, o a “La noche de los bastones largos” contra la dictadura de Onganía. Por supuesto, no hubo una palabra sobre la lucha iniciada en Córdoba (¡otra vez!) en 2005 contra el gobierno del que Alberto era Jefe de Gabinete y que llevó a seis semanas de huelga general nacional, con movilizaciones masivas en todo el país, ni a la mayor movilización nacional de las universidades en 2018 contra las políticas de Macri y el CIN, del que Jaime Perczyk era vicepresidente y hoy secretario de Políticas Universitarias de este gobierno.

 

La UBA no es un modelo a exportar

Pero siguiendo el razonamiento porteñista del presidente: ¿qué sería lo que hay que llevar más allá de la frontera? ¿Un modelo de “democracia” que se basa en uno de los estatutos más retrógrados del país, por el cual una casta profesoral (solo el 5% de la docencia) monopoliza el gobierno y concentra en sí misma todo el “demos” universitario? ¿La reciente resolución según la cual si se presenta una sola lista en elecciones de claustro no es necesario… que se vote? ¿El modelo de negocios de convenios con grandes corporaciones y de posgrados ultra arancelados? ¿Estará pensando en extender la negativa del Rectorado a aplicar la ley jubilatoria nacional? Y todavía más: ¿llevar a todas las universidades la política de la UBA de seguir desconociendo el Convenio Colectivo de Trabajo nacional, cuya no aplicación precariza nuestras condiciones laborales? ¿Llevaremos más trabajo gratuito, como el que desempeñan 11.000 docentes ad honorem en todas las facultades de la UBA? ¿Les diremos a esos miles que trabajan gratis que lo imiten al presidente que sigue dando clase “porque le estoy pagando una deuda” por ser graduado de la UBA?

 

La virtualización ¿vino para quedarse?

En otro apartado, el presidente ponderó la educación virtual en total sintonía con los 57 rectores. Seguramente apeló a su propia experiencia frente a esas varias pantallas dispuestas en una amplia sala desde donde se lo vio dictando su materia en Derecho. ¿Hace falta recordar que la inmensa mayoría de las y los docentes no contamos con esas posibilidades, que tuvimos que disponer de nuestros propios recursos para pagar la conectividad y el equipamiento para los cuales Alberto no dispuso un peso de presupuesto desde el inicio de la pandemia? ¿Que debimos convertir de un día para otros programas presenciales en virtuales? ¿Que los campus en muchas unidades académicas colapsaron? ¿Y necesita que le expliquemos sobre las dificultades de las y los estudiantes que tampoco contaron con asistencia alguna (ni siquiera la prometida liberación de datos) y que siguen percibiendo, si la obtienen, la misma escasa oferta de becas y el mismo bajo estipendio? ¿Habrá que acercarle al presidente las evaluaciones y encuestas de docentes que manifestaron su rechazo a la virtualización forzada, por el sobretrabajo que implicó, por sus resultados más bien pobres, etcétera?

 

Por una universidad al servicio de la mayoría trabajadora

Antes que esta ubificación del sistema universitario, lo que se necesita es garantizar un presupuesto nacional para el conjunto del sistema universitario: becas estudiantiles, salarios para docentes y no docentes iguales a la canasta familiar, equipamiento de bibliotecas y laboratorios, fortalecimiento de los institutos de investigación, cumplimiento del 82 y 85% móvil, sostenimiento de las obras sociales universitarias, que el presidente haga cumplir en “su” universidad y en todas el Convenio Colectivo de trabajo. Todo esto dependen de su decisión.

En su lugar, Alberto (Fernández) saluda a Alberto (Barbieri) celebrando la “democratización y apertura” para proponer su exportación. Una democratización y apertura que, bien mirada, se refiere a la integración de la UBA al Consejo Económico Social que citó Alberto para aplicar los planes del FMI. Nosotros, por nuestra parte, damos cuenta del carácter profundamente antidemocrático de una universidad que apela a la autonomía para negar derechos a sus trabajadores y estudiantes, pero que no duda en apelar a las patotas y a las fuerzas represivas para ser “electos”. Sólo con un régimen fraudulento y represivo puede subordinar su orientación a los intereses mercantilizadores y privatistas que ordenan los organismos multilaterales, las corporaciones de negocios y aplican los gobiernos y rectores de turno.

Antes que destacar “la inclusión”, lo que se precisa es derogar la Ley de Educación Superior menemista que abonaron todos los gobiernos desde 1995 y no para reeditarla como proponen los rectores sino para transformar radicalmente el sistema universitario.

Antes que proponerse como modelo a imitar, trabajando para pagar una deuda simbólica con la Universidad Nacional de Buenos Aires, reiteramos el reclamo para que el gobierno haga cumplir el Convenio Colectivo (¡que es ley!), cumplir y hacer cumplir las leyes jubilatorias y dar salario a todas y todos los docentes ad honorem para terminar de una vez con el trabajo gratuito en todas las universidades.

A doscientos años de la creación de la UBA, necesitamos poner en pie otra universidad sobre nuevas bases sociales. Y de mínima, otros homenajes, que integren a la UBA a la historia de las mejores tradiciones intelectuales, de los mejores aportes científicos y de lucha de los trabajadores y estudiantes de todo el país.